viernes, 20 de diciembre de 2013

ARBOL DE NAVIDAD

- Voy y te pongo el árbol de Navidad.
- Pero si yo no tengo de eso... por no tener ni siquiera tengo Navidad. La guardé en una caja hace años y con tantas mudanzas debe haberse perdido.
- Ya.. ya... pero voy. Esperame a las siete.

Me ducho, afeito, perfumo, me tomo la pastillas para los gases que ayer cené legumbres y no quiero sorpresas en el 69. Busco música de navidad. Tenemos un villancico de las cucarachas, pero hoy no lo veo como la mejor opción. Cuando llega suena una de pastorcillos maricones que se deben follar a una tal Marimorena por lo contentos que están.

Llega puntual y cargada. Se disculpa de tanto peso con una sonrisa que le ha costado una pasta, pero ella puede pagársela. Enseguida se pone manos a la obra. Abre cajas y cajitas de las que salen cosas brillantes: bolitas, estrellas, pequeños ángeles de cristal... Y al final el árbol. Un metro y medio. Ayudo a sacarlo y a montarlo. Lo coloco en el pie de plástico. Abro sus ramas. La música me acompaña y sin darme cuenta... comienzo a silbar. De repente me siento niño y estoy en las cloacas con mi familia y pequeño y querido y seguro y con una vida que vivir y feliz. Ponemos bolas y nos reímos. Ponemos estrellas y nos besamos. Colocamos luces y nos alejamos a ver como titilan. Es bello... ella es bella... la miro... su cara alumbrada por las luces del arbol... majestuosa y bella. El niño es degollado por el lobo y ella me reconoce la mirada y se rie. Además, es luna llena.

La primera follada es en el sofá. Brutal e inmediata. Apenas me dio tiempo a ponerme el cóndon. Me sabe a muy poco. Apenas una paja previa.

La segunda es mas fluida. Al poco. También en el sofá. La como completamente. La suavizo la piel con mi lengua. Mordisquitos en sus muslos internos. Amor capilar. Refrote. Por instantes quiero quererla. Otro condon.

Duchita y cena.

El vino de la cena nos encandila y nos encandilamos. Feliz Navidad me dice justo antes de ponerme su culo para que me la folle desde atrás. Me corro aullando como un leñador borracho de Nebraska. Cuando saco el condón esta limpio. Es una diosa, vino preparada para esto... ya sabes, lavativa y eso.

Nos acomodamos y dormimos. Postura de cuchara, yo abrazándola desde atrás. Linda y cálida. Me dan ganas de silbar otra vez pero son las tres de la mañana.

Hacia las seis me despierto con la polla dura y gorda como el cuello de un jugador de rugby. Busco su coño. Acaricio su calor. Se abre. Condón y dentro. Se corre despacio y aterciopelada. Yo no puedo evitarlo y le digo que la quiero mientras me vacío entre sus piernas calentitas. Sin verla sé que sonríe , sabe mis virtudes.

Se queda dormida. Voy al baño y al poner el pié en el suelo piso el condón. Mierda. Lo recojo y al hacerlo me doy cuenta que igual hay algunos más por ahí. Los busco y encuentro. El último al lado del árbol donde tililan las lucecitas entre las ramas de plástico verde y brillante.

Hipnotizado, miro y me evado.

Sin apenas darme cuenta, voy colocando los condones usados en ciertas zonas del árbol. Algunas molan, ya que la luz les da desde atrás  y se aprecia perfectamente la forma del fluido de su interior. Satisfecho por mi obra me voy a dormir.

Ella se levanta. Se ducha y se viste. Ya no volveré a verla hasta que ella me necesite. Y entre hijos y marido no creo que pueda prepararse otro viaje ficticio en algun tiempo. Entra en la habitación a oscuras, vestida y perfumada. Me besa y se despide.

Cuando llega al salón oigo su carcajada. 

- ¡Esto no es un árbol de Navidad.... Esto es un RABO-L de Navidad!.. y sigue riendo hasta que sale y cierra la puerta.

Y acurrucado en la cama, bajo el edredón, empiezo a silbar. Y me hago pequeño. Y me duermo tranquilo.

Tal vez sueñe.


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